Desde el principio tuvimos claro que la calidad de todas las horas que nuestros niños y niñas pasaran en el colegio iban a depender de la calidad de sus profesores/as.
Cuando en su día entrevistamos a cada uno de los profesores y profesoras que tenemos en la escuela, la pregunta más importante para nosotras fue:
“¿Qué significa para ti un niño?»
Y es que, sabemos que lo que el profesor sepa no es tan importante como lo que el profesor sienta. Y tenemos la gran suerte de haber encontrado personas que más allá de querer enseñar, sienten a sus alumnos como parte de sus vidas, y su gran empeño diario es verles crecer fuertes psicológica y emocionalmente.
Nos han demostrado que más allá de un sueldo y un horario, hay un propósito más grande que hace que el colegio sea un lugar donde convivir, crecer, aportar y recibir.
Saben que nadie es más importante que nadie, en ningún momento la autoridad del profesor se impone ante la libertad de un niño sin estar totalmente justificada. El colegio se convierte en un lugar donde cada alumno tiene plena confianza en su referente, esa persona que le escucha, que le motiva, que le abre puertas más allá de las matemáticas o la lengua para hacerle entender que la base de todo es el amor hacia uno mismo y hacia los demás.
Y es que detrás del título de profesor está Lucy, por ejemplo, que se ha enfrentado a cientos de retos para poder llegar a dedicarse a lo que tanto le gusta, está Vicky, que la vida no le puso nada fácil ser niña y se niega a que otras lo sufran como le pasó a ella, está Andrew, que recuerda cómo su profesor le complicó la vida en el colegio haciéndole creer que no servía para nada, o Francisca, que después de estudiar cocina y creer que había encontrado su sitio se dio cuenta que donde realmente estaba cumpliendo su objetivo de vida era rodeada de pequeños ansiosos por aprender.
Están Frederick, Catherine, Joseph y Mary, que saben bien lo que es pasar hambre y lo que es no tener un adulto cerca que te guíe y te apoye cuando lo necesitas.
Y es que, ninguno de los profesores de Wazo Huru School se olvidan de que también fueron niños, y lo tienen bien presente.