Cuando conocimos a Lilian tenía 3 años. Nosotras también teníamos 7 años menos. Aunque si lo miro en años, tampoco es mucho en comparación con todo lo que ha pasado en este tiempo… sobre todo, cuando veo a Lilian con 10 años y todos los cambios y progresos en su mochila de los recuerdos. Una mujercita con las ideas claras que sabe que las oportunidades existen y que lo mejor que se puede hacer con ellas es aprovecharlas.
Paul se acuerda perfectamente de cómo era su vida antes de que llegáramos nosotras, nos cuenta cómo se iba a trabajar con su madre cada mañana para ayudarla a hacer carbón y poder venderlo. Si no lo vendían, no comía.
Nosotras éramos dos chicas que desconocíamos por completo el mundo en el que nos estábamos adentrando y, sin embargo, un amor profundo nos empujaba cada vez más y más a hacerlo.
Nos bastaba la sonrisa de Eyoya para empeñarnos en que no la perdiera. Sabíamos que si no hacíamos nada, eso iba a pasar.
Hoy, Sam, no sabe lo que era Chumvi sin un colegio, no sabe lo que es ir a trabajar. Desde que nació, María y Sandra están ahí, y nunca ha sentido la posibilidad de no ir al colegio.
Hace ocho años, cuando nos propusimos lanzarnos a la mayor aventura de nuestra vida, Sam todavía no había nacido.
El tiempo pasa, y lo mejor, es todo lo que está pasando en él. No sé si alguna vez, cada minuto ha tenido tanto sentido en Chumvi.
“Estos niños crecen María” le digo mientras vemos a Victor caminar como un adolescente seguro de sí mismo.
Y mientras, llegan los nuevos, los que entran en clase sin haber perdido a esos niños que son, y que los demás trabajan por recuperar.
Y aunque esto es solo el principio, aunque queda mucho por hacer, cuando llega el cumpleaños de Idea Libre, no podemos dejar de celebrar todo lo conseguido gracias a cada una de las personas que han confiado en nosotras. Porque sin ellas, los recuerdos de Lilian serían otros.
Gracias. Y mil veces gracias.
[embedyt] https://www.youtube.com/watch?v=7j_pYtAhCXI[/embedyt]
por Sandra Blázquez